El artista se despide esta semana de este especial rol que encarna desde 2014. "Tenemos la presión de la perfección" analiza, en una charla con LA CAPITAL, sobre parte de las temáticas que aborda la puesta de teatro musical que sigue hasta el domingo 27 de febrero en el teatro Neptuno.
Hace 20 años Martín Ruiz viajó a Buenos Aires, por 3 días, para participar del primer congreso de Comedia Musical que se hacía en el país y volvió a Mar del Plata 7 días después, solo para buscar sus cosas y regresar a la capital, con un contrato para trabajar con Pepe Cibrián bajo el brazo.
Tras una temporada en 2008 como parte del elenco de La Jaula de las Locas, este verano lo tiene como protagonista de una potente obra de teatro musical, Casi Normales.
En el medio, este artista multifacético, fue parte de famosas producciones musicales como Chicago, Forever Young (Eternamente joven), A Chorus Line, La bella y la bestia y obras de texto como La Culpa.
Esta temporada arrancó para Martín y todo el equipo de Casi Normales con muchísimas expectativas. Era la primera vez que una puesta de esta categoría, con un texto premiado con el Pulitzer, banda en vivo y una historia universal, salía de Buenos Aires, con un elenco que además de Ruiz, incluye a Natalia Cociuffo, Dan Breitman, Manuela del Campo, Iñaki Aldao y Máximo Meyer. Covid, suspensión de funciones de por medio y una situación atípica, las cosas no se dieron tal como esperaban.
“Fue una temporada de mucho aprendizaje, de practicar la aceptación de que las cosas no siempre son como uno las quiere y planifica”, analizó Martín, quien se vale del mensaje de la puesta: “Nos pusimos de pie ante la adversidad y seguimos adelante. Estuvimos complicados, al igual que muchas otras personas que estaban trabajando esta temporada y algo de esa energía grupal hizo que no bajáramos los brazos y pudimos retomar y terminar la temporada”.
Casi normales, la historia que fue éxito en Broadway y que cumple en Mar del Plata su décima temporada, tiene a Ruiz en el rol de Dan, el padre de una familia disfuncional, que enfrenta el diagnóstico de bipolaridad de Diana, la madre, y aborda los vínculos y el uso de la psicofarmacología para tapar síntomas.
Ruiz lo encarna desde 2014, pero este 28 de febrero, en la última función en el teatro Neptuno, se despedirá definitivamente del rol, para seguir nuevos rumbos.
“Es mi última temporada en Casi normales”, confirmó el artista en una charla con LA CAPITAL, en la que profundizó sobre este fenómeno que tiene una legión de fanáticos en todo el mundo. Incluso con personas que la han visto una centena de veces.
“Estoy en un momento hermoso de mi vida, de celebrar, de mirar atrás y hacer un reecuentro de todo lo que ha pasado en este tiempo y, también, de proyectar” confió el artista, quién está profundizando, también su búsqueda espiritual -es profesor de yoga- y estudiando biodecodificación y, a la vez, preparando un disco de tango.
– ¿Qué recuerdo tenés de aquel momento en el que tu vida dio un vuelco y pudiste dedicarte a tu pasión?
– En ese momento estaba trabajando en Eskabe, en la oficina de recursos humanos y mientras tanto tomaba clases de danza y teatro. Apareció la posibilidad de ir tres días y me quedé a vivir y a trabajar. Fue muy raro en ese momento, pero de verdad fueron esas circunstancias donde uno siente que tiene que hacerlo, tiene que saltar y dar ese paso. Yo me venía formando mucho, hacía muchos años y de alguna manera estaba proyectando la idea de ir a Buenos Aires, estaba cursando el CBC a distancia para entrar a la UBA a estudiar recursos humanos, pero en los recreos en los que dejaba de estudiar economía o psicología me ponía a bailar. Todo el tiempo estaba ese tironeo, entre lo impuesto o el mandato social de hacer una carrera universitaria y lo que me pasaba por adentro que eran esas ganas de estar arriba del escenario. Y ganaron las ganas del escenario.
– Y ya entonces, tomaste el riesgo, la oportunidad.
– ¿Viste cuándo sentís que todo confluye? Todo fue muy claro. De hecho podría haber llamado por teléfono a mi jefe y mi jefe que podría haber dicho, no me daba permiso para quedarme a esas audiciones esa semana. Pero me dijo que sí. Y estuve cuatro días más, y volví a Mar del Plata el viernes, para acomodar mis cosas y volverme a Buenos Aires.
– ¿Desde cuándo te habías vinculado con la danza, el teatro, la música?
– Cantaba y tocaba la guitarra desde chico, en grupos de jóvenes, pero lo primero que estudio es comedia musical, en el 97, cuando volví a Mar del Plata después de haber hecho el secundario en Neuquén. Después comencé a intensificar estudios en danza y teatro. Canto no estudié hasta que no llegué a Buenos Aires.
– Gran parte de tu desarrollo profesional fue en el ámbito del teatro musical.
– Desde el comienzo es algo que me parece sumamente desafiante porque poder manejar las tres disciplinas al mismo tiempo y poder, a su vez, desglosarlas, trabajarlas individualmente y unirlas en un todo durante la obra es un desafío muy hermoso y, si, a lo largo de estos 20 años mi cerrera ha sido mayormente en teatro musical, aunque también he hecho teatro de texto, de hecho fui a Mar del Plata en 2008 con con La jaula de las locas.
– ¿Cómo llegaste al personaje de Dan, el padre de “Casi Normales”?
– Cuando audicioné por primera vez fue para el papel del médico, pero en ese momento las circunstancias hicieron que yo decidiera ese verano tomar distancia, descansar y recargar, así que no dice nada de trabajo. Cuando me volvieron a llamar, fue para Dan, que es el personaje que cuando vi la obra en Broadway en 2009, obviamente me maravilló. Quedé muy movilizado, muy shoqueado. Fue tan fuerte todo lo que me pasó a mí y a toda la gente que estaba en ese momento en el teatro que en ese momento dije ‘quiero hacer esta obra y quiero hacer ese personaje’. Y como muchas de las cosas que me han pasado en la vida, causalmente, años después, aparece Dan y hasta el día de hoy estoy disfrutándolo muchísimo en cada temporada porque es un personaje, una obra, que no deja de dar, que nos permite seguir profundizando. Con las temporadas fuimos creciendo, madurando.
– Toca temas fuertes, profundos, que les demandan mucha energía y compromiso.
– Tal vez el teatro musical a veces sufre una especie de karma de ser liviano, de tratar de temas livianos. Bueno, con Casi Normales no es la situación. Toca temas fuertes, profundos, que nos involucran y nos tocan de cerca, porque es una familia disfuncional, como la de cualquiera de nosotros, con problemas de relaciones, en este caso con el conflicto de Diana que es bipolar a raíz de un episodio que desencadena toda la situación que vive ella y a su vez toda la familia, que habla de cómo cuando uno de los miembros de la familia no está bien, el resto también sufre y habla de la negación de los problemas, las relaciones padres hijos, la adolescencia tomada de punto de vista de una hija que no se siente contenida ni escuchada… muchas cosas que sabemos que pasan hoy.
– ¿Y la música juega un rol muy concreto, de tirar los hilos de las emociones que se van contando junto con con la interpretación?
– Es una locura, para mí es una de las músicas más especiales, va desde la música clásica a una banda de rock, toca todos los extremos y sí, la banda que está en el último piso de la escenografía, por un lado es como si fuera la cabeza de Diana y esa música va pasando por todos sus estados de ánimo y, a su vez, va tirando los hilos de los diferentes conflictos que se suceden a lo largo de la obra.
– Otra característica es el poder de identificación, con uno o varios de los personajes y lo que atraviesan. ¿Y con un mensaje esperanzador?
– Sí. Yo digo que es es una especie de montaña rusa de emociones porque, sinceramente, vas pasando por un montón de lugares, te vas a ver reconocido en las partes más intensas y en esas partes donde esas salidas que tienen algunos de los personajes son una respuesta que podríamos decir todos. Es un texto muy inteligente, me parece que se plantea la profundidad, pero también se plantea el momento de un humor ácido que está buenísimo y se agradece un montón. Y sí, el mensaje es esperanzador absolutamente. Tiene que ver con que más allá de toda adversidad siempre podemos mirar hacia un lugar donde todo pueda estar mejor y hacernos cargo también de las situaciones de la vida, entender que no todo es fácil y que a pesar de eso si nos acompañamos y nos apoyamos y podemos conversar y podemos vernos, comunicarnos y entendernos, podemos estar mejor, siempre juntos de alguna manera.
– Aunque tiene muchos años de escrita mantiene vigencia.
– Es loco porque tal vez se escribió mucho antes de que la bipolaridad fuera un suceso que, lamentablemente, conocemos todos y que tenemos cada vez más cerca. En eso fueron muy visionarios al escribir en base a este conflicto, pero la obra claramente es superatemporal porque trata del conflictos de la familia. Podría ser cualquier otro síntoma o cualquier otro hecho pero seguirían desencadenando los mismos conflictos, que podemos llegar a tener con el marido, con una mujer, con hijos. Y el tema de los tratamientos por los que va pasando el personaje de Diana y cómo esto también afecta a este marido que trata de entender y trata de acompañar de la mejor manera, pero que no termina de darse cuenta de lo que está pasando y eso a su vez influye directamente en los hijos, este hijo que está ahí como queriendo quedarse a toda costa y no queriendo irse y sosteniendo la situación, genera toda esta tensión a nivel familiar. Y también desde este psiquiatra que va probando tratamientos que van apareciendo hasta poder dar con el adecuado y cómo la medicación muchas veces nos cambia los estados y cómo el personaje de Henry, el novio de la hija, trae una mirada superfresca de afuera, sacando tal vez lo positivo, en comparación con su familia.
– Y la crítica a querer parecer una familia “normal”, perfecta como dice Diana al principio, a toda costa.
– Creo que una de las cosas que más engancha de esto es este título. En una época donde tenemos la presión de la perfección aparece esto de la casi normalidad donde claramente ‘ser normal, no me interesa, ser normal no es tan normal, pero ser casi normales no está tan mal’ como dice el personaje de Natalie, la hija. Hay algo de eso que nos quita ese peso de las redes, de los filtros, de estar perfectos o perfectas y de tener que alcanzar determinados cánones o lugares a nivel social, éxito, un montón de cosas que nos generan ansiedad y que obviamente a su vez, caer en un montón de los problemas que vivimos habitualmente como sociedad. Entonces esto de la casi normalidad es como una especie de alivio, tiene algo muy catártico.
– ¿Sigue Casi Normales después de esta temporada, seguís vos?
-No sé si se despide Casi Normales, sí sé que esta es mi última temporada de Casi Normales.
– ¿Estás con nuevos proyectos?
– Estoy volviendo a Buenos Aires al día siguiente de la última función, a grabar un disco muy hermoso de tangos con nombres de flores, un proyecto muy interesante, que me tiene muy contento y muy ocupado estudiando. Además de seguir con mis clases de yoga, interpretación, estudiando para ser biodecodificador, que me tiene muy motivado, que no tiene que ver con mi parte artista pero sí con una parte mía que está tomando cada ves más protagonismo y seguramente volviendo bastante a Mar del Plata a pasear, a descansar y a plasmar una idea que estamos trabajando con Camila Suero, nuestra directora artística en Casi Normales.